La sensación de perder a un ser querido que estaba cerca de ti desde siempre, desde que recuerdas, es algo especialmente inexplicable. Da igual que fuera mayor, que sea ley de vida y todas esas cosas que sí, sirven como consuelo, pero no son suficientes.
Estos días tendría que dar las gracias por el millón de páginas vistas en el blog, y lo haré, pero son momentos tristes. Mi abuela Olimpia, como mi abuelo Antonio del que estos días me acuerdo todavía más, no sabía lo que era un blog, hasta el ordenador le sonaba bastante a chino. Pero hoy desde aquí quiero recordarles y darles las gracias. Por su ejemplo, por su lucha en vidas que no fueron fáciles y gracias a la cual la mía lo ha sido mucho más, por estar ahí siempre. Por todo.